menucito

Secreto A Voces

Con meras descripciones.
Sin dueños ni nombres.
Entre los papelitos y los pétalos.
Entre la calle y la historia.
La pirámide que apunta al cielo
me oculta el sol,
me anuncia la lluvia.
Me encuentra insulso, indemne, iluso.
Me refriega la nostalgia, los recuerdos,
los miedos, los augurios.
Los relatos de la Mazorca, de la Falange.
Los libros que ya no cuentan nada.
La pared hecha espejo,
espejo transparente.
Ya no me veo en el reflejo.
Es como si no participara
de las realidades.
Pero sí quiero pedir libreto,
sí quiero bailar esta pieza.
Y aquí, y ahora.
Pánico escénico.
Santos despojados de su nube.
Paganismo y revolución.
En ese aspecto, me cae agua hirviendo desde el cielo.
En ese aspecto, guardo los sueños para la vigilia.
Guardo los anhelos para soñar.
¿Y como interpretar todo esto que esboza poesía?
¿Como percibir lo que atraviesa la materia
y se conecta con mi alma?
Para desmaterializarlo todo,
para que en un simple estado de energía
me permita levantarme
en esta mañana otra vez.

Socio del Desierto: Película muda



Apenas el silencio me cubre esta noche. ¿Querés saber qué es lo que pienso cuando no te hablo? Es mejor así... Sin cielo. Todas las cosas que se agitan en mi mente, ya no me pertenecen. Sólo estamos en silencio, desnudos en la marea asíncrona. Me das una señal sin saberlo, mientras comienza a llover entre las sombras de los sueños inmensos que nunca llegamos a concretar. Así, nacemos otra vez, morimos lejos del dolor y nos vemos en el horizonte de las nubes bajas. ¡Cuánto tiempo parece haber pasado desde que los papeles del viento cayeron en tus manos! Todos esas aves que marchitaron entre tus dedos, alguna vez me pidieron volar para siempre a mi lado... Sin embargo, hundido en la nada se oyó el grito apagado de mi corazón oculto entre tus manos...
Podías hacer lo que querías con el, someterlo a interrogación para que confiese su delito, amarrarlo a la costa de tus sueños para navegar en él cuando quisieras, incinerarlo en el fuego de tus ojos, masticarlo para alimentarte de sus energías, sujetarlo en una mano como quien empuña una espada y marcha hacia la victoria...Pero, un largo silencio como el de esta noche, veló las luces de nuestro difuso jardín y cada estrella desde entonces luce como una moneda antigua, incapaz de ser empleada en el mercado de nuestros deseos.
-Dame tu mano-, te dije una vez, -Dejame verte como sos-.
Pero ya no hay tiempo. La rueda acaba de detener su giro en el punto muerto de nuestras almas.
¿Para qué querés saber, ahora, qué es lo que pienso? ¿No escuchás el cielo gemir en esta noche? ¿No ves cerrarse el telón al filo de la madrugada? Sí, lo sabés. Estás más allá de lo que está por venir, conocés el camino a casa de todos mis sueños, el eterno retorno de lo que ya no tiene sentido... Acaso nuestro destino fue siempre volar en distintos cielos, con un mismo viento empujando nuestras alas, sólo que en distintos tiempos... El viaje ya comenzó, siempre estuvimos ahí, en la ruta de los anhelos solitarios, pero esta larga travesía ya está llegando a su fin.
¿Qué es lo que nos queda?
Yo tengo los ojos vacíos, mis labios apagados, mis manos en silencio.
Ya estás dormida y en la sala de tus sueños están pasando una película que nunca vi y de la cual, no puedo ser ya ni un actor de reparto.

¿Es contemporánea nuestra época?

salir del frasquito

Derramo
un frasco con formol y
un abrazo
que me hizo despertar
soñando
con una mañana vieja al lado de ella.

Vida te doy cuerda y a viajar
Te doy sangre y a andar
Que prefiero moverme a quedarme quietita
Y dejar algo de mí, a irme entera.

Aunque duela y pierda equilibrio,
Voy a poner mi herida bajo el sol y que se curta
Voy a cantar con mi voz hasta que no suene tan rara

Voy a abrirme entera y que de alguna muerte,
surja una flor

El país mitológico, de Juana Bignozzi. A Mariano Ferreyra y los muertos de siempre.

Desde sus cuatro clavos las fotos de la pared me dicen
del otro lado del mar nuestros huesos se deshacen,
del otro lado del mar hay flores rojas sobre ciertas tumbas
y silencio, rabioso silencio sobre otras
de este lado del mar,
en este hermoso mitológico país y casi nuestro
loa rebeldes oficiales contemplan
sus balazos en la espalda,
sus fotos autorizadas;
las mejores vidas que me rodean pierden la forma,
a los rebeldes oficiales no les gustan ni las rabias ni las tristezas,
los muertos que no olvidamos los irritan en particular,
pero qué se le va a hacer,
dando pruebas de falta de respeto
nuestros huesos se mueven amparados por su furia,
suelen decirse no estamos muertos.

Juana Bignozzi, de "Mujer de cierto orden", 1967.

El pescador, los peces, el mar


Su pito al borde la cama pareciera caerse o señalarme el suelo. La sábana lo cubre en partes, en partes también lo imagino, está tan dormido como él.
¿Podría un ser humano admirar tanto el sexo de un hombre como yo admiro al suyo? ¿Alguien más lo habrá admirado así, una noche como esta? La completud* de su cuerpo empieza y termina ahí. El impulso de mi carne me empuja hacia él, como una “animala feroz” quisiera ultrajar sus sueños y que despierte con su pija en mi boca. ¿Estaré ahí cuando despierte?
A veces somos sombras en la calle, caminamos colgados uno del otro, estrechándonos bien fuerte las sombras, para darle batalla a lo nos pasa, cada día, todos los días.

Ahora se da vuelta y su culito invoca a los astros, esta tan calida la noche y nuestros cuerpos transpiraron tanto, su cola brilla, lleva mis marcas en su espalda, hoy la luna vino más llena y por ella es posible ver los detalles; cada pelo, cada pliegue, sus fluidos, los míos.
Pero es feo saber que está ahí, dormido esta vez, angelical esta vez, efímero esta vez, que hay mucho silencio para una sola noche que se parte al medio, que se corta por el centro, en el punto donde ella lo llamó, antes de su llamado y después de él, hay mitades.
Esta noche viaja al sur, dijo que tiene negocios en el puerto de no sé donde. Es pescador, nunca pensé conocer a uno, creí que eran atípicos o difíciles de encontrar en esta modernidad tan moderna. Pero siguen reproduciéndose desde el puerto, primero su abuelo, luego su padre y por último él que tampoco querrá eludir el mandato familiar. Sus hijos vendrán desde el mar y volverán a irse como él.
El llamado de ella pareciera responder a una naturalidad obvia, yo que la conozco sé de su cara de pez: el mar atrae al mar, el mar al puerto y en una relación histeria, los peces a sus pescadores, lo cierto es que el más débil siempre muere al final. ¿Y yo? Nací volátil, más terrena que acuática y ambigua, sobre todo, porque puedo fingir.
Hoy va a dormir hasta el mediodía, espero que para entonces ya me haya ido. Podría entibiar con mi lengua, de acá a la eternidad, si es que existe, cada parte de su cuerpo, la piel curva de sus hombros, la comisura de sus labios, arriba, abajo, también los bordes.
¡El mar huele a sexo! Su falo húmedo dorado hermoso, ese que hace a penas unas horas fue un pez entre mis piernas, ahora es un iceberg que se aleja de esta habitación y yo, soy la única en tierra viendo como todo se va a la mierda.
“¿Y si ha de volver?” No quiero estar despierta cuando todos duerman, quiero ser día, quiero ser un día otro, no este que se aproxima. Lo quiero pez entre mis piernas, lo quiero tibio, lo quiero mío, me quiero mar, me quiero río.
Me quiero agua sin límites para atraerlo siempre.







______________________________________


*Prefiero la “completud” a la completitud, cuestión de sonido, meramente estético, de todas maneras me vas a entender, tu “completud” es más encantadora.
Por entre los poros,


brotando feroz como palabra,










la fuerza que disminuye la fuerza.

Polet

Polet es una banda de música alternativa/pop/ambiental originaria de la Ciudad de México, influenciada principalmente por artistas provenientes del noroeste europeo y representantes de la corriente Post-Rock, como los islandeses Sigur Rós y múm. El sonido de Polet se define por melodías dulces y texturas suaves que combinan lo orgánico con lo sintético, por armonías que encuentran la profundidad dentro de la sencillez y por una base rítmica finamente ensamblada, de tal manera que logran un estilo propio.
Polet nació en 2008 y cosechó notables éxitos en la escena subterránea local durante 2009, año en que dieron a conocer su homónimo disco EP debut, presentándolo en diversos foros tanto en la capital como en el interior del país, y obteniendo reconocimiento en medios como Ibero 90.9 FM, Indie Rocks! y R&R.
Al iniciar 2010 comienza también una nueva etapa para la banda, marcada por el cambio de vocalista, la composición de nueva música, la nominación de Benjamín Castro en los Indie-O Music Awards dentro de la categoría Mejor Productor Nuevo, y la pequeña gira que realizaron por diversas ciudades del país, compartiendo escenario con grandes bandas de la música independiente. Antes de fin año, aportaran un tema llamado “Tengo mucho que decirte” para la banda sonora de la película mexicana “Agnus Dei”.

Polet es:
Renée Mooi: voz, sintetizador, melódica, piano
Erik: bajo, sintetizador
Benjamín: guitarra, sintetizador
Diego: piano, sintetizador, melódica
Luis: batería

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Letra itálica

Supongamos que miramos el camino no como una recta sino como una curva que tiende casi imperceptiblemente hacia la izquierda, y que nuestro horizonte tampoco es horizontal sino levemente oblicuo. (Hablamos de una distorsión amigable, la ilusión de un narcótico que trasmueva los pilares del equilibrio)
Ahora bien, si la pendiente transversal de nuestro horizonte fuese directamente proporcional a la curva que traza nuestro paso, estaríamos andando alternativamente y sin saberlo en el derecho y el revés del mundo tal como lo hacen las hormigas de Moebius.
Si, llegado el caso, de esa peatonal se escribiese una bitácora, sería precisamente esta.

Ezequiel Landaburo: Roberto Arlt: se busca un Dios


“Hay que ser fuerte, cuando se es fuerte,
se tiene derecho a despreciarlo todo,
 incluso la infelicidad”
R. Arlt: La clase de gimnasia. 18-07-1930


Al milagro, a la no caducidad, a la realización, a la inmortalidad, al amor, al infinito: a la salvación. Ese es el camino que emprenden los personajes arltianos -lo cual no sería un problema sino un acto de grata y profunda megalomanía u otro accidente literario-, pero a su vez está incorporado a ellos un tipo de teleología fatal. Ninguno de ellos será lo que quiera ser. Imaginemos que para estos personajes existiera una nueva categoría kantiana a priori que les prescribiera una sola realidad trascendente, deformada por el fatigoso expresionismo arltiano e inmersa en un cosmos que implica no sólo elementos formales como lo son el lenguaje estructurado y cargado de hipérboles o metáforas mecanizadas; sino esa suma más la negación al cumplimiento de ese deseo de realización. Las acciones, que existen evidentemente, no servirán para sus fines.  

La tentación a traducir esta circunstancia de los personajes a un lenguaje psicoanalítico, como simples neuróticos, se desmorona cuando emergen componentes del mundo, deformados -que toman vida y actúan-. Sobre todo cuando, como en este caso, se trata de buscar –empresa ambiciosa- un eje, una nueva clave de lectura o relectura de la obra de Arlt que se vincule con o implique algún tipo de acción.
La subjetividad, para estos personajes, es impuesta por un algo superior y sólo se les da esa realidad en que está bloqueada la vía de la satisfacción[1]


Dos de los elementos centrales son el dinero y la ciudad. Sabemos de las críticas agudas y a veces viscerales en la obra de este autor al mundo capitalista de su época (incluyendo sus trabajos periodísticos), y mucho mejor sabemos el lugar que ocuparon el dinero y su acumulación –la riqueza- en las sociedades que, desde “los felices años veinte”[2] iban a transformarse, luego de un período de “depresión económica”, en ciudades como estandartes de las sociedades de consumo; consumo que por otro lado veda claramente la acción política en los sujetos, al menos desde un sentido voluntarista.

Parafraseando a Enrique Nuesch en El juguete rabioso y la inauguración de la narrativa urbana, con quince años y una condición económica precaria, Silvio Astier, protagonista de El juguete rabioso, cae en el acoso-seducción de una ciudad que viene a lanzarlo en la realidad: todas las maravillas de la modernidad, los trenes, automóviles y los suntuosos cafés del año`20, son para pocos, entre los cuales Silvio Astier no se encuentra.
Silvio es “invitado” para observar.

La frialdad de los vidrios de los escaparates porteños delante de los cuales Astier se detiene a observar marcan las distancias entre la inclusión y la exclusión al cumplimiento del deseo, que es la entrada u obstrucción al sistema. La ciudad comercial, germen primero del capitalismo, es el centro aparente de toda satisfacción, y el burgus toma su verdadero significado del alemán: fortificación. No se entra ni se sale, ni para combatirlo ni para habitarlo. Amurallado: o se nace adentro o se nace afuera.

o te alineás o no te alineás[3]

La salida de Astier desde esta obligada alineación es violenta, sobre el final de la novela debe “salvarse” cometiendo un acto más bajo aún que todos aquellos que la ciudad cometió contra él, y otro tanto ocurre con Erdosain y con Balder (ver Oscar Masotta en Sexo y traición en Roberto Arlt).

Por otro lado, al pensar en la ciudad, es inevitable no pensar su otro antitético que no aparece en la obra de Arlt con protagonismo: el campo. El campo, durante los `20, era escenario de fondo a las aventuras escritas reservadas a escritores elitistas, porque el campo ya no representaba el mismo peligro que la ciudad[4]. Sabemos que en la intelectualidad argentina ya había operado Lugones y la que se había leído como una maldición sarmientina al gaucho y su pampa trocó por la demonización del inmigrante de principios de siglo.[5] Seguramente –ay, el país del circulín- esas élites sean las mismas que al día de la fecha operan clínicamente desde el trabajo intelectual y divinizan al sujeto descendiente de europeos (que ahora es espiritual y moralmente kitsch) en contra del “chino”, “coreano”, “bolita”, “paragua” o cualquier “otro sudaca no argentino y no nieto de europeos”.   

Volviendo a la ciudad arltiana, veamos cómo actúa desde la voz de Silvio Astier:

“Ahora cruzaba las calles de Buenos Aires con estos gritos adentrados en el alma.
(…) Calor de fiebre me subía a las sienes; olíame sudoroso, tenía la sensación de que mi rostro se había entosquecido de pena, deformado de pena, una pena hondísima, toda clamorosa.
Rodaba abstraído, sin derrotero. Por momentos los ímpetus de cólera me envaraban los nervios, quería gritar, luchar a golpes con la ciudad espantosamente sorda... Y súbitamente todo se rompía adentro, todo me pregonaba a las orejas mi absoluta inutilidad”


Ciudad sorda, el sujeto no es escuchado. Siendo vedado desde el sistema, el camino a la realización de estos personajes los ubica en un lugar paradójico: si actúan lo harán mal (eso está dado), pero a su vez deben actuar. ¿Entonces? Otra ruptura, esta vez será la locura la que rompa (Ver Ricardo Piglia en Crítica y Ficción). La locura, ilusión de una realidad con un alto costo y con poquísimas chances: en estos personajes es sacarse la lotería, un invento que los convierta en millonarios o una conspiración política que les permita dominar el mundo[6].

Ahora bien, esa ilusión nunca se materializa y la paradoja se disuelve en el destino frustrado. El tiempo, las necesidades, el dinero y la ciudad actúan como un motor maldito que los pone en movimiento hacia el sinsentido. No son ignorantes, sino más bien románticos a los cuales el saber-poder no les funciona como dispositivo para alcanzar lo que buscan.

Hasta aquí la ficción arltiana. Un mundo con un Dios (fuerza trascendente) maldito, que por ende no es Dios porque Dios (la realización, el amor, los milagros, los ideales) es bueno. Ergo, esa fuerza trascendente o Dios aún no está, no ha muerto porque aún no ha nacido, y no hay nada que ocupe su lugar. El resultado en la obra es un devenir constante, la hipérbole y la personificación de la ciudad capitalista, la extravagancia y la farsa de la falsificación.
¿Se agota aquí el mundo arltiano? No. Es el mismo Arlt, en su famoso “prólogo” a Los lanzallamas el que irrumpe para configurar su imagen de escritor como modelo a seguir. Y este modelo no sólo es combativo contra las hegemonías literarias e intelectuales sino que es esperanzador. Sí, el mismo Arlt al que parece imposible no mimetizar con sus narradores y personajes ahora se desdobla y se reconoce sólo como un autor que traslada el motor de la acción a la voluntad. No voluntad desde el pensamiento o las simples quimeras, como sus personajes, porque su mensaje es claro: Cross a la mandíbula. Es voluntad física, escribir sobre una bobina de papel o en un cuarto infernal, es impugnar el rumbo de sus personajes, tomar distancia de esa ficción que parecía vestirse de realidad. Es luchar contra la parálisis, causa del miedo, del destino truncado, de la cuna en que toca nacer. El autor se alinea.  

¿La escritora o escritor, según el modelo configurado por el propio Arlt, deberá escribir sobre personajes lúmpenes y paralizados, en un devenir sin un ente que opere como Dios o ciencia o existencia superior trascendente? Si fuese así, ¿serviría?
Las serie de personajes de las novelas arltianas entran en contradicción entre su mundo ideal y el mundo real, donde siempre se impone este último y los aplasta. Pero a partir de la propia configuración del autor surge otra dicotomía entre realidad y ficción: Invalidez del destino de los personajes ficcionales vs. Voluntad superadora del escritor en el mundo real.
Las cosas se invierten: para el autor el mundo ideal es posible y se impondrá sobre el real.

El futuro es nuestro por prepotencia de trabajo

En la peculiar obra arltiana donde se mezclan impresiones de la realidad (me refiero a la totalidad del trabajo periodístico de Arlt y sus “Palabras de Autor” a Los lanzallamas) con la literatura, se producen tensiones que llevan a reflexionar esta obra como una obra de la acción. Acción donde se completa –en el lector- a aquella ficción inmóvil –de los personajes- con la movilidad del mundo real, tanto desde la fuerza corporal como la creativa. Arlt destruye los límites entre la realidad y la ficción, o al menos desnaturaliza la concepción estandarizada de la literatura.

El punto de partida para una nueva lectura, entonces, es imponer en la realidad aquello que no se de en la ficción. Desde las negatividades y los absurdos esta obra puede leerse tranquilamente como un proyecto no sólo estético sino también práctico. La obra de Arlt responde al cómo vivir, para qué vivir, hacia dónde ir (en esa clave hay que leer TODA esta obra), pero desde un mundo no ideal, por eso su impronta revolucionaria. Por eso el compromiso del lector, obligado a la agregación que complete la incompletitud dada en los personajes por esa suerte de categoría a priori.

A estos personajes sin Dios se les está dado un destino maldito: esa fue la mejor estrategia de Arlt para consumar su programa de una acción de la estética[7].    




[1] Me refiero aquí a los personajes principales de sus novelas. Léase Astier, Erdosain, Balder, y a los que el lector ducho reconocerá seguramente en muchos otros personajes de Los siete locos o algunos cuentos de El jorobadito, y en menor medida en los dramas. 
[2] Muchas de las teorías acerca de las sociedades de consumo ubican dos períodos: el primero, llamado de sociedades industriales, va desde 1850 a 1970, y el segundo, a partir de 1970, de las sociedades pos industriales (no porque hayan desaparecido las industrias de manera absoluta sino porque eso aconteció en el imaginario colectivo). A la década del `20 –hasta la “irrupción” de la crisis- se la conoce como los felices veinte por el alto consumo de algunos sectores en las grandes ciudades, aunque no pertenecieran a países altamente industrializados e independientemente del nivel de avanzada de sus fuerzas productivas.
[3] Ver el artículo “Subjetividad y mirada en la poesía argentina reciente”, de Ana Porrúa, en el Nº 34 de Cuadernos del Sur, quien da un sentido claro a esa línea del poema de Fabián Casas titulado “Frituras”. Cito a Ana Porrúa: “la alineación está planteada como un mandato que excede el campo de las elecciones políticas o mejor, culturales (…) Hay algo que sobrepasa al sujeto porque el individuo está rodeado, cercado por la realidad (…) Alinearse no significa optar bajo la forma del compromiso, sino adaptarse”
[4] Ver relación entre El juguete rabioso y Don Segundo Sombra desde la óptica del destino de sus protagonistas.
[5] Quizá una relectura adecuada de Radiografía de la Pampa de M. Estrada desde la óptica de León Sigal sea un buen punto de partida para entender esta teratología de la tierra, que abunda en el ensayo argentino.
[6] Aquí también podría pensarse que los personajes viven rebelándose o negando al mercado –que en ellos se presenta como un no-ser-  para poder ser, para lograr el ideal milagroso, acontecimiento benévolo que rompa la maldición del destino impuesto. Pero esa es otra discusión. 
[7] Aclaración: las citas textuales de Arlt, puestas en cursiva, corresponden a El juguete rabioso (1926) y a las “Palabras de autor” en Los lanzallamas (1931)

tu romance

Sea tu aliento el que desgarre mi vida.El que habite las paredes
de mis recuerdos humeantes.Olor a azúcar quemada ,tus manos
temblando ante la figura que se apaga en el cuadro como un
súbito apagón total de la tierra.
Cuidaba que el instrumento sonara bien ,que rebote con la perfecta
armonía con la que una hoja cae en el suelo.Se prendió la música,
caímos ,dimos paso ,la melodía debía recorrer nuestro desconcierto.
Tu voz no decía nada ,susurraba apresuradamente las palabras que
temías que se escapen ,que se cansen ,que arbitrariamente decidan
que otros sean los ojos ,los sentidos que encastren con su figura.
La locura nos mintió ,nos engaño ,nosotros queríamos la palabra que
todavía no existía ,la acción que caminaba anónima por el interior
de nuestro deseo mudo.

Perspectiva oblicua

Aventuro una metáfora de la que más de uno ha hecho abuso. A saber, la mirada oblicua. Más allá de que el acto de la escritura (físicamente hablando, la dirección del bolígrafo es diagonal) implica transversalidad con respecto al papel, la literatura en sí supone esta dirección. Así, oblicua es tanto la mirada del escritor como la del lector con respecto al texto. El sentido es quien atraviesa al sesgo las cosas como los libros. Y es esa proyección de la mirada lo que ya no puedo dejar de ver en todo hecho literario.
Será que yo mismo quedé atravesado. 

Milagros Leiva: Me contaron...


Sabía que decir la verdad de entrada provocaría lo opuesto a lo que quiero. Por eso fui despacio, de a gotas, en cuotas.

Volvía de la clase. Sonaba una canción de esas que están pensadas para que la gente baile sin escuchar o entender nada. Una música de mierda, diseñada con un fin específico, como la que ponen para que uno escuche mientras espera que le atiendan el teléfono. Te decía, una música de mierda, con palabras de mierda, repetida y gastada pero que de alguna manera hace que los pies entren en acción. Un punchi-punchi feliz que hacía que mi monólogo interior y mi ceño fruncido contra el vidrio parecieran todavía más patéticos. Triste.

No sé cuantas veces dije tu nombre en mi cabeza. O lo pensé. Pero era raro porque al pensarlo sonaba y era como verte en tu mejor momento: cuando te brilla el pelo y se te ve eso que sólo se ve en tus ojos. ¡Qué ojos que tenés! Que me matan o me curan, nunca nada en el medio.

Entonces, con la cabeza apoyada para sostener todo eso que pensaba sin querer y que nunca dejo salir cuando estás cerca, tuve otro momento de revelación. Nada nuevo. Soy conocida por mis visiones apocalípticas. Jani siempre me dice que cuando tiene miedo de hacer algo me pregunta qué veo en su futuro porque según ella soy una “adivina de lo malo”. Pero ya estoy divagando…
El tema es que sí, no sé por qué, pero tengo algún tipo de disparador que me avisa cuando una idea es muy mala, o cuando estoy en peligro o cuando algo o alguien me va a hacer mal. ¡Es bastante práctico eh! Lo malo es que a veces decido ignorarlo completamente y es en esos casos en los que termino como ahora. Una boluda.

Decía que ahora todo esto pesa y no porque quiera hacerme la metafórica sufrida sino porque pesa en serio. Si no paro de una vez con este ventilador de pavadas cerebral se me va a partir el cuello, o se me va a caer la cabeza…una de dos.

Jani también dice que me sale bien la “pobrecita de novela”, que soy muy creíble en plan de triste. Pero creo que para opiniones como esas, con ella tengo suficiente. No creo que sea una buena referencia, al menos no una que me haga quedar como un ser humano medianamente decente.

Las chicas del asiento de enfrente se tocaban el pelo como frenéticas, juntas, al mismo tiempo y siguiendo un ritmo. Dejé de mirarlas porque me pusieron nerviosa. ¿Harán todo de esa manera? Me dieron una sensación de siamesas separadas al nacer que me heló la sangre. Nunca pude hacer algo así con nadie, digo, mimetizarme, compenetrarme o prestar atención por más de cinco minutos. Después me disperso o me aburro. Lo mío es del tipo no doy nada y espero todo. ¡Ya van a ver, es buenísimo! Al final, te quedas sin nada igual…
Debe ser por eso que me siento con la cabeza contra el vidrio y el ceño fruncido durante un viaje con una música que no escucho pero sé que está.

Contra el vidrio surge Jani, otra vez, con sus palabras y sus rodeos. Sus verdades y esos ojos…

Recuerdo: dije que no doy nada pero espero todo.

Y agrego: esta vez di todo, pero no hubo nada.
 





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Pablo Paniagua: Proyecto Literatura Indie, la imaginación al proceso editorial

Con el título de mi intervención hago referencia al lema del Mayo del 68 “La imaginación al poder”, cuando en Francia los estudiantes y el movimiento obrero se levantaron contra el gobierno del general Charles De Gaulle. Aquel movimiento contestatario lo percibo como uno de los actos más románticos y significativos de los últimos tiempos y, concretamente, del siglo XX. La situación social que nos señalaba entonces Hebert Marcuse, de que la sociedad estaba más obsesionada por el “tener” que por el “ser”, hoy todavía sigue vigente, y de igual modo los ideales que enarbolaron los estudiantes franceses en aquellos días. Ellos pugnaban por un mundo mejor, más justo y a la vez más creativo, y de aquí parto para enlazar al enunciado descriptivo de esta intervención: la imaginación al proceso editorial.

Creo conveniente, para el desarrollo de mi disertación, definir primero qué es lo “Indie”, pues detrás de dicho concepto anglosajón, que deviene de “independent” (en castellano: independiente), reside todo un espíritu contracultural o alternativo que nos enlaza con los ideales de mayo del 68. Lo Indie, en literatura, es lo que se publica de manera independiente y por fuera de las modas establecidas por el mercantilismo, cuando este proceso, tanto creativo como de divulgación, se ve influido por esa forma de presentar de una manera distinta y alternativa la realidad. Aquí, como ven, aparece ese espíritu, esa intención, de ver la realidad desde la perspectiva del “ser” y no del “tener”, el aspecto romántico de la literatura que se desprende del mercantilismo en busca de su esencia crítica. Es la posición del escritor frente a una industria editorial que se asemeja, en su forma, a los poderes fácticos contra los que se alzaron los estudiantes franceses; es la visión literaria de lo alternativo frente al común denominador impuesto por las modas y por las mafias del mundo editorial, por el consumismo y la banalidad que se genera a partir del predominio del “tener”. Soy del convencimiento de que el escritor comprometido no puede hacer la vista a un lado y eludir la crisis que enfrenta la especie humana, más en esta Época Supermoderna surgida después del hundimiento de las utopías y con el subsecuente triunfo del mercantilismo y su banalidad.

En nuestros días pareciese que la figura del intelectual hubiera desaparecido, y cualquier posición crítica hacia el fracaso del modelo se ocultase, precisamente, con el espejismo que nos ofrece la sociedad de consumo, del tanto tienes tanto vales, de la desigualdad y el éxito como sinónimo de fama u ostentación de una posición social privilegiada, o sea, el “tener” en esencia pura. La especie humana no ha solucionado sus problemas históricos de violencia y desigualdad, cuando además pretendemos acabar con la naturaleza en nuestro planeta. Ante esto se hace imprescindible recuperar esa figura del intelectual que disiente, a través de su obra, de la barbarie de una Humanidad que camina hacia la distopía. El escritor, como intelectual, ha de estar inmerso en su tiempo, pero viéndolo desde la distancia y a la vez desde lo más profundo, con la visión crítica y con el sentir de su devenir existencial.

Aquí es donde resurge ese antedicho espíritu de lo alternativo, de la otra visión posible que se enfrenta al absurdo del predominio del “tener”: el escritor del “ser”; y dentro de este rango podemos incluir al escritor de literatura Indie. Es la condición de saberse independiente y libre de las influencias banalizadoras de nuestra sociedad, la actitud de saberse distinto de la masa gris que fue alienada por el poder y su sistema económico consumista.

Ya podemos entrever la figura del escritor que disiente, cuya obra permanece por fuera de las modas y los gustos impuestos por la generalidad del mundo editorial. Entonces, se hace previsible el rechazo por el sistema de una obra que desnuda sus imperfecciones, que se contrapone ideológicamente. Y este escritor sui géneris, que no se desanima en su labor, toma la postura de dar a conocer su obra con los medios al alcance. Así en su tiempo lo hicieron, por ejemplo, aquellos escritores de las vanguardias históricas, como Georges Bataille y Guillaume Apollinaire, que ofrecían su producción literaria en ediciones caseras o de corto tiraje, y pagadas de su propio bolsillo o con la colaboración de sus amigos. Aquí, aparece la imaginación puesta al servicio del “ser”.

Hoy en día los escritores disponen, gracias a la tecnología, de nuevos medios para emprender la aventura de publicar su trabajo, aunque sea, para empezar, en ediciones limitadas o bajo demanda. También de este modo se aprende el proceso editorial en toda su dimensión: el autor escribe la obra, la corrige, maqueta el libro, elige el diseño editorial, imprime y arma los libros, para luego distribuirlos y ponerlos a la venta: Directo del autor al lector.

Ahora, con estos ingredientes, los del escritor alternativo y la producción marginal, se concibe lo que podríamos denominar como Literatura Indie, aunque también es posible, desde esta perspectiva, ser publicado por algún editor independiente que marque la línea, de acuerdo a los contenidos, para significarse ideológicamente hacia el “ser”; y asimismo el escritor crítico, alternativo e independiente, que accede al entramado del mundo editorial para disentir desde dentro del sistema, como bien lo hacen Chuck Palahniuk, David Foster Wallace (que en paz descanse), Dave Eggers, Michel Houellebecq o Irvine Welsh.

Pero a todo lo anterior hay que sumar una circunstancia definitiva: La aparición de Internet y los formatos digitales están transformando, igual que sucedió con la industria musical, el proceso editorial. En el futuro muchos lectores buscarán en Internet los contenidos de su elección, que leerán en la pantalla de una computadora o en una máquina digital, con la consecuente y paulatina eliminación del libro en papel, de tal modo que el escritor podrá buscar directamente a los lectores sin intermediarios, y ya sin la ayuda de un editor: ahora una figura un tanto desprestigiada porque muchos de ellos sucumbieron ante el producto mercantilista, pues vender, según parece, es lo que importa aunque sea a costa de la calidad, productos pseudo-literarios que ofrecen como si fueran latas de Coca-Cola o hamburguesas de McDonald’s. Es la banalidad que impera en nuestra civilización supermoderna y, como muestra, en el mundo editorial. El canon de la buena literatura poco a poco se transforma por un acto de simulación que equipara el éxito de ventas con la calidad, y los escritores independientes, sabiendo el ejercicio literario como un acto de resistencia, deben luchar contra la degradación que supone la “cultura del entretenimiento” y ofrecer su trabajo a los lectores sin intermediarios.

Tomando como base ideológica todo lo expuesto hasta ahora, es como nace el Proyecto Literatura Indie*, el esfuerzo de un escritor independiente que inicia la experiencia de lo que será el escritor del futuro. El Proyecto Literatura Indie* supone una novedad dentro del proceso editorial, que combina la edición bajo demanda de libros en papel y su venta en formato electrónico, habiendo eliminado la figura del editor para acortar la distancia entre el escritor y los lectores. El espíritu del Proyecto Literatura Indie* es alternativo al cien por ciento: desde los contenidos hasta su manera de producción y difusión. Es la imaginación, siempre la imaginación, como impronta de un proyecto pionero en el medio editorial.

Ponencia presentada en al Feria Nacional del Libro de León 2010, FeNal, México.


[ http://www.literaturaindie.mex.tl/ ]

Tom y El Niño Elefante

Niño Elefante: guitarrista de Él Mató A Un Policía Motorizado. Lleva editados 2 discos como solista: 1984 (2005) y Niño Elefante (2009).

Tom: baterista de Go-Neko!, editó como solista "Fin de semana de muertes" (2009).

Escrituras Indie: ¿Cómo surgió la idea del disco?

Tom: El disco surge cuando una vez hablando con Gusti (El Niño Elefante) acerca de lo que estabamos componiendo, le propuse grabar un disco juntos, pero no como un SPLIT, sino como un disco de los dos. Entonces decidimos meter 6 temas cada uno (al final fueron 5 de gusti). No compusimos juntos, pero si arreglamos los temas entre los dos y yo grabé cosas en sus temas y él en las mías, basicamente lo que no sabemos tocar y el otro si.


dibujar una noche



señalar una luz









en esta ceremonia tan ruidosa

Lili Majic: santa


(a los inocentes)

grita un trueno en la ciudad

superpoblada

                  constante

caen de a uno               los vidrios

desbordados de sal

         inmóvil

                   una mujer de pie

nadie en algún lugar

                           solo bestias y degollados

piensa

se derrumban los párpados

                          sueña
ella sabe

            de la boca del infierno

                                         que goza

cuando mastica mariposas

delante de este mundo
LadyMukita Photos

Provócame

Nin / La mujer en las dunas

El relato también se sostiene en la falta. En esta pieza de sus Pajaritos, el insomne tiene dos experiencias extraordinarias durante su incorregible excitación. Por un lado, es testigo del goce ajeno (la nariz contra el vidrio); y por el otro, conoce la deliciosa aparición de esta mujer casi surgida de su ferviente imaginario. Es con ella con quien el relato se convierte en la fuerza opositora necesaria para la satisfacción sexual o literaria. Es la otra. Que a su vez narra una nueva historia en la que vida y muerte copulan.

Publicado en La Comunidad Inconfesable Nº 17 (Enlace)

¿Cómo volverme
en aquellas formas
alejadas
de mi torso?
Revalso en carne,
ni una gota ni una sobra.
Puedo sonar,
chocarme a todo espacio.
Estallar.
No me escucho...
Ahora,
¿a dónde me llevás?
¿O soy yo
la que se lleva
de su propia mano
en un lenguaje y otro?
(Necesito
algo de esta lengua
para mí)
¿Deambulante soy
incluso adentro tuyo
o cuesta más decir
al traspasar un beso
de dientes apretados?

Paredes

Había terminado en la boca de una serpiente. Mi cuerpo cabía perfectamente
En su fina lengua, estaba parado justo debajo de su colmillo mas filoso y letal.
No se movía en absoluto, parecía estar esperando algo. ¡Aquel flagelo no era
sólo nuestro!
La boca estaba completamente abierta, bastaba con que de un paso hacia
adelante para que la boca amenacé con cerrarse por completo.
Mis cabellos se habían vuelto blancos. Descubrí espantado que podía ver a
través de mi carne, observaba claramente mis huesos, órganos, la sangre
corriendo como furiosos ríos, los millones de ojos que me anunciaban todo
el tiempo.
Tenía casi en el centro del pecho un órgano que parecía el motor de toda
aquella estructura, bombeaba sangre a todos lados y no paraba de contraerse.
Tranquilamente podía creer que aquello fuera el corazón, pero preferí seguir
creyendo que el verdadero corazón no tenía forma física, ni simbólica, no
podía nombrárselo nunca y mucho menos permanecer en un solo sitio.
Empecé a tener miedo.Vi como afuera empezaba a congelarse todo: animales,
insectos, incluso la hierba. Por el contrario, las piedras habían empezado a
ablandarse.
La serpiente no parecía dar signos de malestar, el frió no parecía afectarle en lo
más mínimo.
Fue una milésima de segundo en el que la serpiente cerró y volvía a abrir su boca.
Ahora en frente nuestro teníamos a otra serpiente que la enfrentaba con postura
hostil. Era gigante, la doblaba en tamaño. Empezó a avanzar hacia nosotros. Salté,
grité, corrí hacia adelante y hacia atrás, buscaba su reacción, aquello era realmente
amenazante.
La gran serpiente empezó a tragarnos lentamente, cerré los ojos despidiéndome del
mundo.
Se hizo un silencio, una pausa, un reacomodamiento obligado de los planos agitados.
Yo seguía vivo. Allí tenía aire y luz. Todo lo necesario para que viviera.
Estaba en la boca de una serpiente, en el estómago de otra, y era cuestión de tiempo
que pronto termine en la cola.

Daniel Rojas Pachas: Gramma

Desnuda bajo el vestido

Está desnuda bajo el vestido azul, los que la acompañan lo saben, yo también, la vimos cruzarse de piernas sobre una mesa ubicada en el centro mismo de la fiesta. Está tan borracha que apenas si recuerda lo desnuda que está bajo el vestido. La tela azul se le mete entre las piernas y de entre los pliegos de piel y tela azul, una silueta carnosa y rojiza asoma jugosa, húmeda, perfecta.
Ella hubiera preferido que esa noche alguien especial la hubiera llamado, pero no llamó. En cambio sus amigos fueron por ella, los mismos chistes, las mismas anécdotas, la rutina de conocerse demasiado las caras, los sueños y las flaquezas.
Pero si él hubiera atinado a pasar por su casa esa noche, la desnudez bajo su vestido hubiera tenido un destino más sublime. Ahora su cuerpo permanece recostado sobre una mesa.
Desde donde estoy sentada puedo verla inclinada, con la mirada perdida. Alguien la agarra del brazo y la endereza un poco, la habitación se le corrigió, las personas también, creo que fue ahí en ese momento cuando notó que la miraba, entonces corrí la mirada rápido. Ella había llamado mi atención, supongo me sorprendieron sus movimientos o como sus caderas dibujaban líneas de tela azul sobre la mesa o ¿será que intuía lo que vendría más tarde?
La mujer comienza a levantarse. Desde el fondo de la cara, una fuerza descomunal le oprime la garganta, un vomito gigante se acerca. Lo sé porque su cara está desperada por sacar lo que tiene para sacar. El cuello se enrojece muchísimo y el vomito llega a la boca, sale.
Un osito violeta cae al piso, inundado de un líquido viscoso y fucsia. Luego vomita un portarretrato con una foto que no alcanzo a ver, también un envoltorio de un chocolate o algo así. La boca se le estira como si fuera de goma para que cada cosa pueda salir sin ensuciarle el vestido, lo último en salir es un libro y alrededor de ella la gente continua en su autismo colectivo, apenas se percatan de lo que ocurre. Notaron lo del piso porque llevan los zapatos manchados de la baba fucsia, pero tampoco les importa.
A mí en cambio me despierta curiosidad, ¿cómo hizo esta mujer para meter todas esas cosas en su cuerpo? ¿Y por qué las estaría devolviendo en este momento? Y las respuestas llegan rápido, al narrar esta historia me olvidé de él y para que ella también lo olvide tendría que expurgar todos sus recuerdos y así lo hizo. Poco a poco ella se acomoda el vestido y se limpia la boca que todavía conserva restos de baba fucsia. Sale del lugar.
Su vestido azul sigue impecable, salgo detrás de ella porque esta fiesta ya no tiene más nada para mí, ambas vinimos a expurgar algunos recuerdos de colores. Colores, cuantos acompañaron esta noche y acá adentro del cuerpo el sentimiento es de un gris opaco. Cuanta desnudez hay bajo la piel, el vestido, los recuerdos, cuanta soledad en una sola noche y la desnudez bajo su vestido inagotablemente sublime, intocable, perfecta.

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iteraciones
en la madera seca
iteraciones/eso
lo que todavía hiede y /todavía deambula o /garúas/
garúas sobre la confusión de / manos /trillando manos
esos látidos /confusos pálidos
del ausente/trillando pero /iteraciones iteraciones dedos
[hundense en
el espejo que se volvió después río entre los dedos/ río/arenacarne
entre sus dedos agarrados al espejorrío/ de a
puchito/

qué trilla /cuál
                               río
agota dónde
qué qué por qué
si vuestras miradas forfiadas fosforescentes fascinadas/porque
iteraciones /de a puchito vuestras miradas
acenizadas y blancas han de roerla la /costra la costrita la amarga
[y paciente/
/y entonces /
                               y si Vosotras Vosotros
han de roer             
/la sangre el secreto lo/ estéril/             arrancad
arenacarne nomás en el espejorrío/nomás              arrancáis
/las llagas silentes/lo despojo/
fétido dulce banquete/han de/ roen? hunden?/han
tras lo estraído de raíz/ la savia han?/
si apenas
[contra la opacidad                                     criatura en plegaria
rabia contra la niebla
]
oh la oscuridá

oh

esta oscuridá

garúa comiendo boca
disolvida en aire, ausente
trazando sabor perdido
sobre hueso que se abre en niebla
a rocío rojo y
y                              (alguien que escuche, dios mío, alguien

Ana Herrero
(Oleo s/tela)

Mélan: La vida invisible en Orestes - 2ª parte


2

una vez (era la tarde) yo estaba borracho y me tiré en un lugar. hice todo lo posible por arruinarle la vida, o al menos el día, a alguien y fracasé. pero después llegó ella, una ella. y prácticamente la obligué a que se tirara o se dejara caer al lado mío. lo hizo. porque era puta o muy ama de casa o demasiado cristiana apostólica mexicana. le di cerveza en la boca. vertí cerveza de mi boca a la suya y ella tragó con dificultad, con sigilo, con los ojos apretados y los labios fruncidos como cola de paja. pero no fue suficiente (para mí no lo fue) y le eché cerveza en la boca, directamente del pico de la botella y se manchó las mejillas y el cuello y chupé todo lo que pude porque quería emborracharme más y peor a ella.
juntaba las rodillas bajo la falda recta, tenía el rodete que le estiraba el cuero y le levantaba las cejas, cuidaba el largo de su pollera y aún así, se dejaba por mí. le llené de alcohol las piernas inseparables y la hice eructar. le pegué en el estómago para que reaccionara (le dio una cosquilla). aflojó esas piernas ásperas pero el rodete era de piedra. cuando me incorporé para darle mi guasca vi que estaba tocando un límite y seguí. pero ella no. ella preservaba sus labios fuertes y los ojos evadiéndome y me cansé. me dolió la cabeza. me tiré a su lado. apoyé la cara en su pecho y le acaricié las rodillas que seguían una contra la otra. entonces, ella que no había dicho nada, dijo algo que me olvidé, me olvidé


[ -->1ª parte<-- ]