menucito

Había que empezar a morirse

para entender cuan grande era la apuesta.

Dirimiendo entre salvedades

y la eterna contradicción.

Aunque ahí tengo las lágrimas

guardadas en un frasquito

para que las analicen

los filósofos de esto.

Luego desató los nudos con un tenedor,

cantó una canción de los 60

para terminar rezando en una

talabartería.

Comprendí décadas mas tarde

que un abrazo nunca es injusto.

Y así me han educado

para no comprender lo vivido,

sin embargo pude sentir

que no puedo ser protagonista

de sus sueños

sin correr ciertos riesgos necesarios.



A Valle.

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