Por Nadia Sol Caramella

Su nombre es Luciana y su apellido, aunque un poco complicado de pronunciar, es Tagliapietra, vive en Tucumán y según ella nada de su ciudad la inspira, sólo “el sol, el aire, los árboles, que están en todos lados”.
Ella aprendió a crear sin límites geográficos, de ciudad a ciudad, de provincia a provincia. El viaje es un tópico recurrente en sus canciones, quizá porque los temas de su último disco Digrama de Ben (2011) fueron compuestos en medio de viajes. Según Luciana, esa repetición temática podría ser el resultado de algún amor: “me enamoré en un hotel, llamándonos de una habitación a otra y prestándonos el dentífrico”.
Su música tiene algo que sorprende: una voz que arrastra un viento profundo desde la garganta y más hondo, tal vez provenga de los valles y ella no lo note. No sabemos si alguna vez pidió prestada la voz al viento, lo cierto es que sus melodías te invitan a sentir las pequeñas cosas, las simples y, siempre, las más urgentes.
“Sos mi gato en la oscuridad” repite en “Deprimida”, quien no tuvo alguna vez una mirada clavada en la oscuridad de un recuerdo, brillando y a la espera. Sin embargo, a una no le queda otra que revisar los pasos dados y volver a esa mirada, porque está latente, en cada cosa, hasta en la más simple.
Me pregunto de dónde vendrá el carisma de esta chica, su hermana también participa en el disco tocando la guitarra, le da matices dulces a las melodías, todo muy de mujer, y otra vez sus palabras: “La música es mujer” ya lo dijo. Supongo que hay algo de genética en todo esto, ella terminó por confirmarlo: “Mi madre, Adriana Tula, fue con seguridad mi primera influencia fuerte y cercana. Ella es una mujer muy sensual, muy mujer. Sin hacer distinciones despectivas, las mujeres tienen una energía diferente y atractiva, Billie Holliday, Violeta Parra, las brasileras, en fin, es difícil puntualizar.”
La estética de Diagrama de Ben tiene un poco de ángel y de rock que te compra, nada se va de mambo, si hay algo que caracteriza a esta chica es la armonía y la suavidad que logra en la música, seguramente por el colchón de guitarras, violines, algunos synthes, bajos tímidos, batería y elementos de percusión que a penas invaden la canción, generando arreglitos que le dan un toque sutil. La voz cae ahí y emerge como por inercia, flota. Hay vientos del valle mezclado con el aliento fresco del pop indie de Glasgow, hablo de las bandas que le devolvieron al rock cierta ternura olvidada: Belle and Sebastián, God help the girl y Camera obscura, entre otras. También hay influencias de compositoras argentinas como Rosario Bléfari y Flopa Lestani.
¿De dónde nacen las canciones?: “Realmente nunca lo supe. No puedo, en el hablar cotidiano, sentir el placer de comunicarme. Creo que es una necesidad física, que mis palabras sean más trascendentes que yo misma. Cuando hago música siento que me desarmo y me instalo en un lugar desconocido. Es algo de lo más extraño sufrir al escribir una canción, y también inevitable. Y los hombres que amé pensarán que lo mío dura tres minutos, pero fueron tres minutos intensos y sinceros.”
Cuando hablamos, hablamos de todo, de cualquier cosa, pero en realidad siempre hablamos de amor, o quisiéramos hacerlo, porque todo es amor. Luciana Tagliapietra logra desandar los caminos de ese extraño sentimiento: en los viajes, en las huidas, en las cajas de mudanza, en un gato en la oscuridad, en un colchón y en los paisajes, hay amor en cada cosa y por mas simple que parezca, se vuelve materia de canción.
La buena noticia es que ya están listas las canciones del próximo disco, vendrá con más temas que el anterior: “tengo algunas ideas en mente, aunque más que ideas es la voluntad de hacerlo. Y la intención de algo gigante y muy bello.”
“La música es mujer” dijo, y ella misma logró trasponerse en cada una de sus canciones. Echó a andar su sensibilidad e hizo de una urgencia física, un dialogo con el resto del mundo.
Por lo pronto, Luciana tiene un bandcamp para escuchar sus discos: Los domingos y Diagrama de Ben, a continuación, una pequeña muestra. Enjoy.
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