Dar la cara en un Lado A, donde nacer es obligatorio y tedioso, casi la tortura de la repetición de los días, la que nos obliga a ponernos lucidamente pesimistas y cometer actos de heroísmo: ver hermosura en la basura; no es más que una premonición para un Lado B, del cual uno espera el mismo transcurrir de las coscas, la continuación de una fiesta donde nadie se anima a bailar, y es una sorpresa toparse con tanto silencio alimenticio, la fuerza de un simple punto y la contundencia de un grifo mal cerrado que gotea, con exactitud, todas las palabras del insomnio. Luego, la satisfacción de sentir el espacio aun rondando.
Sergio Gareca Rodríguez
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