menucito

Tocarte con palabras (tres insistencias, entre otras tantas)

Te tocaría con palabras

Camino en círculos
Y ahí esta tu cara de “ya lo sabia”

Te tocaría con palabras, porque solo así puedo,
Sos amor, tan amor no cambiaste en nada

Giramos sobre la misma cama
La historia Da vueltas

te deseo con las manos
El cuerpo el cuerpo:
______________es pura forma
perdida en conjugaciones baratas
que no me alcanzan

amanecer soleada, abrazada, besada

voy a chupar los círculos
que pisamos
vas a volver a enseñarme el camino
pero me voy a perder

Si pudiera alejarme de las palabras
Agacharme en el blanco_____________Correr la remera que no te cubre
y morderte la piel
estas moscas me dejarían en paz, hoy
que ni para la birra alcanza

y llegaría a vos, pero
mis veredas no son caminos y roma es de otro tiempo

me quedaste lejos

y yo
sin pies, ni manos, ni cuerpo

___________________tengo palabras
que no besan
no tocan, no abrazan, no te chupan la mirada así___________profundo,
como antes

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Mi novia poeta

“Hasta que choque china con África te voy a perseguir”

La última vez que te vi ibas en el tren, en un asiento enfrentada a mí. Me escribías un poema y yo intentaba hacer tu retrato apretado en una hojita. No podía dejar de mirar tu boca, tu nariz, tus pechos sostenido la remera, tus manos bailando con el lápiz.
Jugabas a desnudarte con palabras, para mi, ante mi, entre la gente que pasaba amontonada. Tus ojos me miraban con tristeza y me devolvían el reflejo de mi cuerpo en el fondo de tu retina, oscurecida quizá por algún puente o por un barco fantasma (a esa altura todo lo confundías).
De a poco te acercaste buscando una caricia, algo estaba mal.
Te di tu retrato, me diste tu poema. La hoja estaba cubierta de versos tachados, manchones elásticos, frenéticos, insultantes en el espacio, entre los renglones, afuera del papel, en tus manos…
Solo un verso era legible: “ya no te quiero”.
La gente, el tren, las vías, los ruidos de afuera, el calor de verano de esta puta Buenos Aires a cuarenta grados, todo sobre mí. ¿Y vos?
De otro lado del mundo, desdibujándote, en un agujero oscuro.

Ahora puedo pretender perseguirte con palabras. Como si mis palabras te pudieran dar la forma que necesitas para volver a mí. Igual te escribo.

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Ventana

La ciudad se empaña y transpira, en la habitación el otoño es cálido. La ventana es un pulmón que no da oxigeno sino imágenes entrecortadas, entre sudor y piel. Ella lo arranca de su abstracción, lo corre de la ventana y lo mete entre sus piernas, El es un hombre fuerte pero la desea demasiado, ahí, reside su debilidad.
Las manos de la chica están ocupadas, el cuello de él se desplaza de un lado a otro. En un acuerdo tácito cambian de posición, la humedad de la lengua de él sobre ese cuerpo femenino, tan lleno de feminidad y de erotismo, lo excita sobre manera, podría gritar.
La sube a una mesa y vuelve a perderse en el movimiento hipnótico de sus caderas.
Ella corre hasta la cama, el la persigue, ella cede y se recuesta al lado, lo agarra del pene y lo mete en su boca, lo mira a los ojos, el la mira.
Pero, recién es el comienzo de lo que vendría después, el colchón apenas si se ha agitado…
Son compañeros de una metáfora erecta en la comodidad de la habitación y el viento del otoño no los transporta con sus hojas y ramas. Por qué habría de hacerlo si están hundidos en el jugo de sus cuerpos, las sabanas los contiene arremolinados debajo.
La ventana está boca arriba y gime y canta. La ciudad se empaña y se moja, más y más.
Las lenguas se debaten entre la saliva y la tibieza, es tarde en Hurlingham. Ambos se miran de reojo, hay una duda: desandar el camino de sabanas o desecharlas del todo. Al final, las desechan porque mucha piel ocupa espacio.

El viento entra, y los desprende del colchón, entre hojas, ramas y tierra, son un remolino en el centro de la habitación, pero eso pasa más tarde.

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